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La pérdida de la otredad, la igualdad que no favorece (Reflexiones sobre "Modernidad líquida&qu

  • MG
  • 14 may 2017
  • 2 Min. de lectura

…Ella (Teresa) había venido a buscarlo para que su cuerpo se volviese único e irremplazable. Y ahora él (Tomás) volvía a dibujar el signo de la igualdad entre ella y las otras: a todas las besa igual, las acaricia igual, no hace ninguna, ninguna, ninguna diferencia entre el cuerpo de Teresa y otros cuerpos. De ese modo la había mandado de vuelta al mundo del que quería escapar. La había mandado a marchar desnuda junto a otras mujeres desnudas.[1]

[1] Kundera, M. (2006). La insoportable levedad del ser. 1st ed. Barcelona: Tusquets Editores, pp.65-66.

Leer a Zygmunt Bauman me hizo pensar en la búsqueda que tenemos los humanos de ser originales y únicos, esa necesidad de querer destacar dentro los demás al acentuar la posesión de características singulares de nuestra identidad, ya sean innatas (habilidades) o adquiridas (pertenecías). Sin embargo, algunas de esas tan “codiciadas” singularidades en la mayoría de las ocasiones nos hacen igual a otros, lo que nos hace pertenecer ciertos grupos que a raíz de lo contrario a la principal llegada, nos tornan iguales.


Ya que lo verdaderamente singular, lo verdaderamente único, tratamos de ocultarlo a la sociedad, por miedo al rechazo, por miedo a no pertenecer a no ser parte de del grupo de los “únicos”, eso que nos da miedo mostrar que al ser tan singular nos hace extraños, diferentes, que en ocasiones pone en duda nuestra pertenencia a nuestros grupos.


La pérdida de la otredad es el precio que tenemos que pagar los seres humanos de la época moderna para pertenecer a un grupo, sin ser criticados o juzgados por nuestros actos o pensamientos, o por esas maravillosas cualidades que nos fueron otorgadas que ocultamos para ser otro más, para ser un igual.

 
 
 

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