Nietecito (a)
- MG
- 18 jul 2017
- 3 Min. de lectura
Soy hija de Marcela Cobela Montiel y Jesús Garfias Medina, ambos mexicanos originarios de la ciudad de México, habitantes de una colonia popular llamada Santa Úrsula, ambos no tenían idea de que un día de lluvia sus vidas se unirían.
Jesús Garfias, es uno de los hermanos mayores de más o menos 7 u 8 hermanos (no recuerdo bien el dato), siempre alegre con ganas de disfrutar un buen momento, lleno de alegría. Su madre, Inés Medina y su padre Jesús Garfias, ambos de la colonia Tacubaya en la ciudad de México, el señor Jesús era mecánico y taquero, no tuvo estudios. La madre, Inés, tampoco.
Jesús (hijo) ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria número 1, ubicada en el corazón de la ciudad de México, un hermoso recinto donde se respiraba emoción, felicidad, ganas de aprender y ganas de luchar, ese sentimiento revolucionario que los jóvenes de los setentas vivían a flor de piel. Y como no sentirlo si el recinto era el mismísimo Colegio de San Ildefonso, en cuyas galerías fueron pintados diversos murales durante los años veinte, obras de Ramón Alva de la Canal, Fermín Revueltas, Clemente Orozco, Jean Charlot y Diego Rivera contagiaban a los estudiantes sobre la lucha campesina y obrera.
Años después, después de venturas con los amigos, noches de estudio y momentos inciertos, Jesús logró entrar a estudiar a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, la aún llamada “Máxima casa de estudios”. El estudio y su pasión por saber cómo funcionan las cosas, lo llevaron a ser un gran ingeniero, siempre en busca de crear un mecanismo que le haga la vida más fácil. Aún recuerdo como me ayudó a crear un proyecto escolar, el cual era llevar un nacimiento navideño, el de todos era muy bonito, peor el mío más, porque mi papá (Jesús) le colocó un set de iluminación interno que con sólo apretar el switch se llenaba de colores brillantes, tanto así que opacaba a los demás.
Por otro lado, Marcela Cobela es hermana de 6 hermanos, una característica peculiar es que ella tiene una hermana gemela, Adela, son casi idénticas, yo sé diferenciarlas, pero aún hay personas que las siguen confundiendo. Marcela es hija de Enrique Cobela, un señor trabajador pero sin estudios. Guadalupe Montiel, su mamá, es de Oaxaca aquella tierra que en la actualidad es considerada una de las zonas más pobres del país, aún así Guadalupe estudio licenciatura en Químico Farmacobiólogo, ella estudio, sin embargo no le sirvió demasiado porque a su marido no le gustaba que ella trabajara.
Marcela, hambrienta de saber buscaba siempre recursos para aprender algo nuevo, iba a la escuela igual que sus hermanos, pero terminando la educación básica su papá les dejó de proporcionar los recursos para ir a la escuela, sus hermanos estudiaron hasta la secundaria, ella no dejo de querer saber más. Buscó trabajó, (aunque desde pequeña trabajó) y pago sus estudios, iba de la escuela al trabajo y del trabajo a la escuela. Estudió comunicación, al final de su carrera ejerció un poco, sin embargo en su formación decidió que quería enseñar, enseñar a a esos hambrientos de conocimiento, a esos seres que igual que ella tenían ganas de saber más. Se inscribió en la escuela normal y así comenzó su vida de profesora.
Han pasado seis décadas por cada uno (Marcela y Jesús), décadas que dieron luz a tres hijos: Jesús, Marcela y Jonathan, que ahora disfrutan de una vida de trabajo y esfuerzo. Nosotros, los frutos, tuvimos privilegio de decidir qué estudiar, y de tener las facilidades de hacerlo. Diferente a ese sentimiento de cambio que ellos sintieron; nuestro sentimiento es (hablo por los tres) estudiar para encontrar un buen empleo, tener el dinero suficiente para mantener una vida “digna” según los patrones ahora establecidos, tener un buen televisor, una buena casa, poseer dispositivos que nos faciliten la vida y darnos “lujos” de vez en cuando. Nuestro pensamiento de ver el aprendizaje cambió, nosotros no estudiamos para revolucionar sino para mantener.
Ahora mi Jesús (hermano mayor) está próximo a ser padre, una generación nueva surgirá. Una nueva manera de ver el mundo, un hijo que nacerá dentro de esta guerra tecnológica y de los nuevos conceptos de “modernidad”, dentro de los nuevos paradigmas de la educación y el aprendizaje. Jesús, será responsable de criar e inculcar valores y encaminar a su retoño a la educación, sin embargo mi duda surge. ¿Qué educación será esa? ¿A caso será la misma que yo tuve? ¿Ese nuevo ser pensará la educación como un proceso para conseguir un empleo?.
“Sin nunca dudar de ellos, vivimos juntos hoy como hijos del libro y como nietos de la escritura” (SERRES, 2013)
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